Quienes lo comen habitualmente dicen «Hay que pillarle el punto», la defensa de sus detractores es «es que no sabe a nada» Hoy vengo a mostrarte cómo le perdí el miedo al tofu y empecé a incluirlo en mi dieta.
Insípido, la realidad del tofu
Si. El tofu tiene un sabor bastante suave. Pero ¿desde cuando ha sido eso un problema? Quiero decir que, si lo piensas, hay una gran cantidad de ingredientes que suelen gustar, como el arroz, las patatas o la pasta que tienen sabores muy ligeros. Esto los convierte en un excelente lienzo para combinar con salsas y guarniciones de ingredientes más potentes.
La ventaja del tofu es que, además de esta versatilidad, es una gran fuente de proteínas. Y lejos de darte un sermón de nutrición (para eso, consulta con expertos como Julio o a Aitor), no podemos negar que es un nutriente esencial, especialmente para quienes se animan a explorar una alimentación sin productos de origen animal.
¿Realmente hay que prensarlo?
En muchas recetas, se recomienda prensar el tofu durante un rato. Esto solía desanimarme, ya que le quita inmediatez a la receta. Vi también una opción que proponía meterlo en una solución caliente de agua con mucha sal. Así el tofu expulsa el agua acumulada en su interior. Pero también es lento.
¿Qué hago ahora? Empiezo la receta abriendo el tofu, envolviéndolo en papel de cocina y poniéndole mi olla de hierro fundido encima. Lo dejo así hasta que necesito usarlo. Mientras voy cortando las verduras, o preparando el resto de la receta. A veces son 5 minutos, a veces 15, y, para mí, el resultado no cambia demasiado.
¡Mejor crujiente!
El tofu es blando, es cierto. Pero, ¿cómo lograr que sea crujiente por fuera y suave por dentro? Es sencillo: una vez que está cortado (o separado en trozos con las manos), ponlo en un tupper con un par de cucharadas de maicena, cierra y agita. Así, cuando vaya a la sartén, se formará una capa doradita y crujiente que se vuelve adictiva.
Mi receta infalible con tofu
Después de haber hecho varias recetas con tofu, he dado con una serie de pasos que casi siempre aseguran el éxito de una forma sencilla.
- Escurrir y prensar el tofu con algo pesado, como una olla.
- Cortar verdura a tu gusto. Col, cebolla y zanahoria funcionan bien como base.
- Haz una salsa sabrosa. Los supermercados asiáticos tienen muchísimos potingues sabrosos con los que elaborar la salsa, ya irás perfilando a tu gusto poco a poco. ¿Qué sé que funciona? La mezcla de esta receta de tofu Kung Pao es un triunfo total y una buena base para modificar más adelante a tu gusto.
- Corta el tofu y mételo en el tupper con maicena, agitándolo bien.
- Colar el exceso de maicena con ayuda de un colador.
- Saltear a fuego medio-alto el tofu con un poco de aceite. Aunque soy fiel al acero inoxidable, si tienes una sartén buena con antiadherente, es el momento de sacarla. En este punto también hacen muy buen trabajo la air fryer o el horno con ventilación. Sea como sea, una vez dorado, retíralo y resérvalo. Consejo; es mejor que quede un poco tostado de más que no llegar a dorarlo.
- En la misma sartén, saltea la verdura a fuego fuerte al principio para que tome color y luego mueve poco a poco.
- Finalmente, baja el fuego y añade el tofu y la salsa. Cocina al gusto: cuanto más tiempo, más blanda la verdura y más espesa la salsa.
Este resultado suelo combinarlo con una base de la guarnición que tenga a mano. Funciona especialmente bien el cuscús, el arroz o la patata cocida, pero… ¡innova! alguna vez, los restillos los he usado para hacer un plato de pasta que ha quedado bastante aparente.
¿Listo para darle una oportunidad al tofu? Con estos trucos, ya tienes la receta perfecta para que el tofu deje de ser el ingrediente “blandurrio” y se convierta en un favorito en tu cocina. ¡Pruébalo, ponle tu toque y cuéntame qué tal te salió! Quiero saber si finalmente lograste ese crujiente dorado, qué salsa elegiste o qué otras combinaciones se te ocurrieron. Comparte tu experiencia en los comentarios. Al final, el tofu también tiene sus secretos, y estamos aquí para descubrirlos juntos.
Una respuesta a “Tofu: del «meh…» al «wow!»”