Al improvisar, pones tu cerebro en modo automático, tiras de los conocimientos que y priorizas aquello cuyo resultado conoces. Bajo circunstancias de prisas o estrés, se nos anulan nuestras ganas de ser creativos y, en general, somos muy reticentes a la innovación. ¿Cómo puedo crear una rutina alimentaria más saludable y mantenerla en el tiempo?
Problema: llegar tarde y sin ganas de cocinar
Me pasa mucho, llego a casa cansado, deseando comer rápido para descansar un poco. Si tengo algo preparado, estupendo, me guste más o menos, tengo la papeleta solucionada. Pero… ¿Y si no tengo nada listo?.Aquí es donde empiezan los problemas; improvisar con pizzas precocinadas, lasaña congelada, bocatas, pasta con salsa de bote… Y es que en esas circunstancias, al menos a mi no se me ocurre (u ocurría) preparar algo saludable. Sin embargo, te voy a plantear dos soluciones para que esta situación se te vaya reduciendo poco a poco.
Solución más evidente: Planifica tu semana
Organizar la comida de forma semanal es un objetivo muy ambicioso, y que irás mejorando constantemente. Sin embargo, es importante ir empezando, y de una manera sensata.
¿Qué te recomiendo hacer para empezar? Organiza lo que puedas de tu semana, siendo realista. Si quieres hacer un día de cocina para el resto de la semana (Batch cooking) es una opción que veremos más adelante, pero, sea la que sea tu opción de cocina a diario, debes saber de antemano lo que vas a comer. Prioriza las elaboraciones saludables que controles, elige algunas opciones más elaboradas para cuando tengas más tiempo y deja otras más sencillas para cuando te vaya a pillar el toro. Además, es interesante que vayas pensando qué comidas te dan más problemas. Yo tengo claro que para mí son las cenas entre semana. Tengo las comidas bastante bien organizadas, y siempre pienso… bueno, para las cenas de esta semana cualquier cosilla que tenga por ahi. Error, me quedo sin ideas (o no dispongo de los ingredientes) al segundo día, por lo que tengo que centrarme en planificar también esa parte.
Solución práctica: planifica improvisar

Cada uno tiene su «comida improvisada» por defecto. En mi caso eran los bocadillos o sándwiches. ¿Cuál es el problema? pues que casi siempre lo comía con embutidos y queso. Y además no comía sólo uno, sino que terminaba comiendo mucho más que de cualquier otra elaboración.
El problema es que me resultaba muy cómodo en los momentos de no saber qué comer tirar de esa idea, por lo que me puse a buscar alternativas justo a esa, al embutido de los bocadillos y a los bocadillos.
De ahí salió el sándwich de tomate, huevo y lechuga (con o sin queso), los botes de legumbres con salsa de tomate casera (más rápido incluso, saciante y riquísimo) y, por supuesto, tener siempre disponible mucha fruta y variada.
Además, es esencial tener la casa preparada, evita comprar productos que no te quieras comer (lógico, ¿no?), cámbialos por frutos secos, ten siempre disponible fruta variada y yogures naturales. Si te pierden las patatas fritas, las palomitas caseras son un sustituto genial también.
Acción: improvisar con cabeza
Ahora que ya tienes claro cómo organizar tus comidas y mejorar tus opciones de improvisación, vamos a ponerlo en práctica. ¡Manos a la obra!

- Crea tu lista de recetas de emergencia: Piensa en al menos 4 elaboraciones rápidas y saludables que te gustaría probar en esos momentos de improvisación. Si necesitas inspiración, aquí tienes algunas ideas:
- Alubias de bote con salsa de tomate casera.
- Huevos revueltos con salteados de verduras congelados.
- Garbanzos de bote con crema de calabaza de tetrabrick.
- Ensalada de lentejas con lo que pilles (tomate, espinacas y algún queso funcionan de 10).
La clave es que sean recetas sencillas y con ingredientes versátiles.
- Planifica tu próxima compra: Haz una lista con los productos que necesitarás para estas recetas. Asegúrate de incluir alimentos que aguanten bastante tiempo o que sean fáciles de almacenar, como conservas, huevos, o vegetales de larga duración.
- Ponlas a prueba: La próxima vez que no sepas qué comer, elige una de las recetas de tu lista. Prepárala y evalúa cómo te sientes con el resultado. ¿Es rápida? ¿Te gustó? ¿Te sacó del apuro?
- Refina tu lista: Las recetas que funcionen pueden convertirse en opciones habituales de tu día a día. Añádelas a tu repertorio de recetas diarias y sigue probando nuevas ideas para ampliar tus opciones.
Con este sistema, no solo reducirás el estrés al improvisar, sino que también estarás construyendo una rutina alimentaria más equilibrada y variada sin apenas darte cuenta. ¡Ponte en acción y empieza hoy mismo!
Cambiar tus hábitos alimentarios no es tan complicado como parece. Empieza con lo que tengas a mano, improvisa con cabeza, y recuerda: cada pequeño cambio suma. ¡Anímate a probar estas ideas y verás cómo la comida saludable se convierte en parte de tu rutina sin darte cuenta!
¿Tienes algún truco para cenas rápidas que nunca te falla? ¡Déjalo en comentarios! Si quieres seguir leyendo sobre vida saludable, aquí está el listado de estas entradas.